Solo me queda una semana en Nueva York. O tal vez sería mejor decir “TODAVÍA ME QUEDA UNA SEMANA EN NUEVA YORK!!!”. Venir a esta ciudad ha sido importante para mí y me agradezco haberlo hecho pese a la pasta que sabía que me iba a gastar, pese al curro, pese a todo.
Llevaba años sin pegarme un viaje así, y además de tanto tiempo (llevo 2 semanas y media ya). Siento que tenía que ser ahora, que no es casualidad. Que todos estos años he tenido el foco muy puesto en sacar las cosas hacia delante con el curro, con el corazón en un puño de no saber hacia dónde navegaba todo… y ahora estoy aquí, con un trabajo que puedo hacer desde aquí, con mi sueldo mensual fijo, currando con gente en la que confío y a la que aprecio. No me lo veía venir. Como tampoco me habría visto venir que sanaría una relación en la que me desvié de mí misma y que iría demostrándome que yo siempre he estado esperándome, que no me fui a ningún lado por mucho que me perdiera de vista. Me doy gracias por volver. Me doy gracias por perdonarme como acto reflejo, por ser compasiva conmigo misma y decirme “tenías que pasar por eso para entenderlo”. La yo de hace un año estaría ALUCINANDO con dónde estoy ahora con todo esto. Esa tía me vería aquí y sentiría un ALIVIO en el alma del que apenas soy consciente. Le diría:
Estoy bien, cariño. Todavía queda algo de pena dentro, algo que no tiene respuesta de momento, ni siquiera sé bien el qué, solo sé que una parte de mí sigue confundida, pero no le doy tanto peso. Dejo que esté, pero no me arrastra. El peso lo tiene el orgullo de todo lo que hemos caminado, de ese túnel que nos pateamos sin ver la luz por ningún lado, confiando en que hacia delante era la única salida porque así nos lo decía la Razón (a esta tipa nos ha costado hacerle caso, xd). Y hacia delante, mira dónde hemos llegado!!! Estamos bien, todo valió la pena y el amor sigue aquí, por todas partes.
A veces creo que lo que duele es que aprendemos a perder y que, aunque sea bello, también es duro acostumbrarse a algo de lo que no podemos huir: seguiremos perdiendo algo de lo que ahora mismo amamos. Llegarán cosas nuevas, algunas quedarán con nosotros y otras se seguirán transformando. Ha de ser así, no hay otra forma, pero claro que duele acostumbrarse, claro que querríamos que fuera de otra manera. A través de ese dolor he aprendido a mirar lo que amo no como algo que me “pertenece” sino como algo que es y que, al menos por ahora, tengo la suerte de que esté aquí con conmigo.
El sentido de pertenencia nos da calma porque nos promete una seguridad, una estabilidad dentro de este mundo que a veces parece que se nos va cayendo a pedazos. Cuando sentimos que pertenecemos, sentimos que tenemos un cachito de tierra al que aferrarnos, un lugar cuya pérdida no debería preocuparnos porque nos susurra que estará ahí para siempre.
Nueva York estará aquí siempre, pero yo no, así que voy a pegarme una duchita y salir ahí fuera a ver qué nos regala hoy la ciudad.
Gracias por leerme, caris. Aquí son las 11h mientras en España son las 17h. No sé por qué lo menciono, supongo que me fascina esto de que recibáis la carta merendando cuando yo aún no me he terminado el desayuno.
Besitos <3
Leerte es 🥺🥺🥺🥺