Hola, bombones 💞
Qué ganas tenía de poder tener el cuerpo para escribiros y actualizaros, ¡menudo verano intenso, amigues! El gran titular de esta historia es: mi relación de pareja con Rober ha llegado a su fin después de 7 años. Fuerte. ¿¡Por dónde empiezo a contaros!? … … …
Vale, creo que haré un breve resumen de la relación para poneros en situación:
Pues bien, básicamente Rober y yo nos conocemos desde 2011 (él tenía 15 y yo, 13 años) y ambos nos gustamos desde el principio, pero la cosa era demasiado temprana como para que ahí pasara nada, así que no fue hasta dos años más tarde que nos dimos nuestro primer beso. De eso hace nada más y nada menos que diez años. Yo misma me contoneo en el asiento mientras lo escribo en plan “qué fuerte, madre de dios”. Tuvimos un summer love que terminó al empezar el curso, no porque ya no nos gustáramos, sino por falta de herramientas para gestionar una relación de pareja.
Un año más tarde yo empecé a salir con Raúl, con el que estuve los dos años que dura bachiller y que casualmente es primo segundo de Rober (un dato que siempre ha sido bastante irrelevante pero que me hace gracia contar). En ese segundo año con Raúl me admití que seguía teniendo sentimientos por Rober y pasé unos meses ubicando qué hacía con la situación. En resumidas cuentas, volví con Rober y empezamos una relación abierta en el verano previo a mi primer año de universidad (2016). La relación abierta era algo nuevo para los dos y evidentemente tuvimos que atravesar muchísimos momentos incómodos y desagradables para ir aprendiendo a gestionarla, pero en general puedo decir que estoy orgullosa del trabajo que fuimos haciendo.
La ruptura, en cambio, no ha venido propiciada por un polidrama ni nada por el estilo, sino por algo que ha estado ahí desde el principio de la relación: las diferentes necesidades de cada uno. Para que lo entendáis, lo simplificaré diciendo que yo he ido ocupando cada vez más el papel de persona que desea una relación de pareja, con todo el compromiso que eso conlleva (digo “cada vez más” porque al principio no pedía tanto de la relación, no porque yo no lo quisiera, sino por no comprometerme con mis deseos para proteger el vínculo por encima de mis necesidades). Rober, en cambio, tuvo que sopesar en muchas ocasiones qué lugar ocupaba el rol de pareja en su vida y si de verdad deseaba darle esa prioridad. Como imaginaréis, si la relación ha durado siete años ha sido porque ambos decidimos en reiteradas ocasiones seguir trabajando por proteger lo que teníamos. Ambos apostamos por seguir juntos una y otra y otra vez. Hasta que de tanto apostar te quedas a cero, cari. De tanto trabajar, te agotas.
El pasado 2 de agosto tuvimos una conversación en la que decidimos que la relación cambiaría de rumbo. No le pusimos la etiqueta de ruptura porque en un principio quisimos entender la situación como una especie de valle entre dos montañas: un paseo en llano, una pausa. Pese a esto, con el paso de las semanas acabé llegando a la conclusión de que lo que verdaderamente necesitábamos ambos era dejarlo. La Sofi de 2021, que vivió también un breve pero dolorosísimo proceso de duelo (lo dejamos, pero volvimos al mes siguiente 🙄), estaría muy orgullosa de ver cómo estoy gestionando emocionalmente todo esto. Me he acercado tanto a mí misma en estos dos años, que pese a todo lo que amo a Rober y el deseo que he tenido siempre de crecer con él como pareja, ahora entiendo que a veces no merece la pena seguir trabajando. A veces, lo que necesitamos para cuidarnos el uno al otro y a nosotros mismos, es soltar. Este mes pasado no solo soltamos algo que hemos construido con mucho esfuerzo y cariño, sino que lo hemos podido hacer desde un lugar sabio y lleno de amor. No siento que mi historia con Rober muera, sino que se transforma y que el aprendizaje que ambos sacaremos de este proceso será valiosísimo.
Estoy increíblemente agradecida y orgullosa de poder cerrar este capítulo con tanta esperanza, jamás pensé que pudiera resultarme así de fácil tomar la decisión. También os digo, me he cambiado a una psicóloga especializada en relaciones sexo-afectivas y sin ese acompañamiento estoy segura de que estaría mucho más delulu de lo que lo he estado ya las últimas semanas. Vendrán momentos, eso seguro, de nostalgia y tristeza… Los abrazaré cuando lleguen, no me extraña que vaya a echar de menos mucho de lo que hemos sido, pero estoy conectada con mi necesidad de crecer fuera de la relación y de seguir construyendo mi amor con Rober en otros términos y eso ahora es un gran calmante.
Ha sido un verano de rupturas, así que imagino que más de una habréis pasado por un proceso similar en los últimos meses o, quizás, os lo estáis planteando ahora mismo. Si es tu caso, lo que me gustaría decirte es:
Querida, la intuición te está dando el mensaje que esperas recibir. Hazte caso, pero no tengas miedo de hacerlo a tu ritmo. Yo he necesitado mucho tiempo para poder avanzar con esta paz y aun así parece un milagro. Es normal que cueste y escueza dejar ir algo que amamos, aunque sepamos que nos está hiriendo en mayor o menor medida. No hay un orden lógico o correcto para hacerlo, tienes que dar con el apropiado para tu relación y para quienes formáis parte de ella. Escuchaos, comunicaos y cuidaos tanto como podáis en el proceso. Mereces todo el amor que anhelas recibir. Te abrazo.
Os abrazo.
Cuidaos mucho muchísimo, bebés.
La canción de esta Newsletter es bolero de desamor, de daniel sabater ❤️🩹
Enlace a YouTube / Enlace a Spotify